jueves, 29 de abril de 2010

Océanos


de Jacques Perrin y Jacques Cluzaud















La funesta herencia del "Inspector" Cousteau

A ese abuelo perpetuo y cansino que amargaba nuestra infantiles tardes de domingo se deben las imágenes de calamares, ermitaños, anémonas, cangrejos y sepias haciendo cucamonas y carantoñas.

Maravillosas las de las ballenas y los buques en medio de la tormenta. En resumen, fascinan las filmadas por encima de la superficie y aburren las submarinas.

Todo cretino -ahora cretina-, que sube la escalera de su casa o a cualquiera de los ocho catorcemiles o viceversa, se cree en el derecho de contarnos lo que se siente en la cumbre. Esta película acerca a lo que se siente en un velero mar adentro. El que quiera saberlo que pague pasaje o que se enrole...

Obtiene un aprobado alto por la fotografía... pero hay que llevar el dispositivo antigabacho ajustado a su máxima potencia.

alfonso

sábado, 24 de abril de 2010

Final de partida

de Samuel Beckett

Dir. Krystian Lupa
Act. Jose Luis Gómez, Susi Sánchez, Ramón Pons, Lola Cordón
Teatro de la Abadía







El delicado sonido de la nada

Escrita alrededor de 1956, pura posguerra europea, este callado y enorme a la vez artefacto minimalista y anarco nihilista, viene al pelo al periodo de entreguerras en el que nos hallamos sumidos.

Vuelven sus dos personajes de siempre -en este caso Clov y Hamm-, a no dejar títere con cabeza, envueltos en humo, miserias, sonidos del mar y los padres del tirano Hamm en sus ataúdes, el uno casi muerto, la otra apenas viva, testigos de la ruina moral que conforma el mundo.

Delicadísima puesta en escena, muy sofisticada, con un José Luis Gómez inmenso que entre susurros inaudibles, distanciamiento brechiano y frases despiadadas, va tejiendo una pegajosa tela de araña donde cae el espectador absolutamente hipnotizado. Sin embargo, sólo algunos aplausos corteses de un público de viernes noche.

Pero, dejemos hablar al tiránico autor, muñidor de todas las tramas del siglo:

No hay nada que expresar; nada con qué expresar, nada a partir de qué expresar; ninguna capacidad de expresar; ningún deseo de expresar y, al mismo tiempo, la obligación de expresar.

Eso digo yo...

alfonso

sábado, 10 de abril de 2010

La isla interior

Dir. Dunia Ayaso y Félix Sabroso

Act. Candela Peña, Alberto San Juan, Cristina Marcos, Geraldine Chaplin, Celso Bugallo, Antonio de la Torre













El octavo pasajero

Una película valiente por sacar al exterior los miedos que todos llevamos dentro, sobre todo a la locura, en estos tiempos en que la herencia parece pesar más que el entorno, como una losa de cementerio gallego.

Aunque su factura técnica deje que desear, -planos fuera de foco, falta de coordinación en las escenas de plano-contraplano, fotografía quemada, cielos grises como el alma de un funcionario, iluminación de parvulario-, el almodovariano enfoque entre el drama y el melodrama, el argumento, -el miedo a una herencia envenenada de locura y esquizofrenia-, el poderoso reparto donde triunfa una Candela Peña sencillamente maravillosa... se impone a un argumento demasiado acelerado y espeso y una fotografía que los directores quieren comparar con Edward Hopper y Diane Arbus -blasfemia y de las gordas-, y es muy pobre.

Calurosamente recomendada a veces uno se pregunta en qué estaba pensando el guionista de Alien, el octavo pasajero, en esa escena en que el monstruo sale de las entrañas del desprevenido astronauta.
alfonso

jueves, 1 de abril de 2010

Luciérnagas en el jardín

Dir. Dennis Lee

Act. Daniel Defoe, Ryan Reynolds, Julia Roberts, Emily Watson












Un Tennessee William (más) descerebrado
Gélidas pasiones en el tórrido Texas, cuya proverbial estrechez de miras y de neuronas hace que las pasiones, a su vez, se estrechen más que el sueldo de un mileurista a finales de mes.

Una vez más se trata de exorcizar el conflicto paterno filial, esta vez en clave intelectual de padre profesor-hijo escritor, pasando siempre por las ceremonias gringas al uso, es decir, el béisbol y la pesca.

En el colmo de la sutileza, el hijo fuma constantemente como signo iniciático de rebelde sin causa y el sexo brilla... por su pacata y timorata presencia.

El grimoso final de expiación, perdón y reconciliación remata una faena penosa perpetrada por el grupo de amigos de la Roberts que sigue estando como un queso por lo que la perdonamos casi todo. (Todo, cuando salga desnuda).

Por lo menos comparte con el dramaturgo sureño su acierto al titular sus petardos: Un tranvía llamado deseo, La gata sobre el tejado de cinc caliente, Súbitamente el último verano... Luciérnagas en el jardín.

No vayáis a verla, hermosos.
alfonso