sábado, 3 de marzo de 2012

Nader y Simin: una separación

Dir. Asghar Farhadi
Act. Leila Hatami, Peyman Mohadi, Shahab Hosseini...


















El pernicioso síndrome Renoir
No he sido nunca fan del cine iraní, ese mito del arte y desmayo, ese icono del bolastristismo y el "no pasaná". Pero el citado síndrome hace que si te quedas sin entradas o llegas tarde a una película de tu elección optes por otra sala de las 18 que hay en la plaza de los Cubos, previamente descartada, que sí empieza a esa hora o, sospechosamente, no tiene problemas de aforo.

La multipremiada película del disidente y represaliado director iraní no es apta para misántropos en horas bajas o maníaco depresivos compulsivos, sin una cura preventiva a base de cazalla saltaparapetos. Recapitulemos: el abuelo tiene Alzheimer, los esposos se separan, la cuidadora es una fundamentalista que llama a su cura-ayatola porque cree que cambiar el pañal al abuelo es pecado. Además está embarazada, su marido la pega y aborta por un empujoncillo de su patrón. La hija adolescente sufre por la separación, el aborto criminal y las mentiras piadosas de su padre, y el marido de la Cospedal iraní es un tipo violento y peligroso que hace que Malamadre o Pepe, el central del Real Madrid, parezcan Marcelino Pan y Vino y Desmond Tutu respectivamente.

Aun así, superado a duras penas el deseo de escapar de la sala y darse a la bebida y a los psicotrópicos, la película tiene una excelente actuación, los iraníes la apreciarán más que los occidentales a los que se nos escapan muchos detalles y los premios sólo están justificados por la propaganda anti nuclear de Israel y sus muchachos.

O sea, que durante cincuenta y cinco años tuve razón en abstenerme del cine persa y sus oficiantes. La primera impresión es la que vale.
alfonso