jueves, 28 de febrero de 2013

Siete psicópatas

 Dir. y guión Martin McDonagh
 Act. Colin Farrell, Christopher Walken, Sam Rockwell, Tom Waits, Harry Dean Stanton, Woody Harrelson





Reino Unido 2012




... Y un irlandés colgado
Cuando un escritor está bloqueado y el productor o editor le presiona es habitual que acabe entregando una obra sobre su bloqueo, lo que suele dar la talla del artista. Bien, esta es mala de solemnidad y eso que todo el plantel de amiguetes, ver reparto, echa una manita al famoso dramaturgo, que había hecho su primera y exitosa incursión en el cine con Escondidos en Brujas.

Aburrida, pretenciosa, mal dirigida, mal actuada por culpa del director, intentando rescatar referencias de aquí y de allá, se atreve a mencionar a Penckimpah y a Malick en su descargo, y busca la confrontación con Tancretino sin que éste se deba sentir ni levemente aludido.

Hasta mi querido Woody Harrelson, el pirado más simpático de Hollywood, sobreactúa repitiendo sus peores tics y a Tom Waits sólo le falta arrancarse con una de sus clónicas e indistinguibles baladas.
Pero hay que reconocer que Colin Farrell de irlandés borracho está muy bien. Como la vida misma.
alfonso

sábado, 23 de febrero de 2013

Searching for Sugarman

 Dirección y guión: Malik Bendjelloul
 Act. Familia Rodriguez...

 Suecia, Reino Unido, 2013


Crucify your mind La canción (¡Vaya titulito!)







El toque Bergman y un mexicano triste
Una magnífica historia real, siempre superan a la ficción, contada en forma documental. Un prometedor cantante, comparado -un poco exageradamente- a Bob Dylan, que no triunfa en su país, EE.UU, pero en virtud a un fenómeno viral, sí lo hace en la Sudáfrica del apartheid, como vanguardia de la minoría progresista blanca. Él permanece ajeno al fenómeno en su apocalíptico Detroit hasta que sus fans dan con él y viaja a Sudáfrica una década después para encontrarse con un público entusiasta.

Pero el sueco que se enamora de la historia hasta conseguir llevarla a la pantalla, naufraga en lo demás. Mucho material de relleno, muchos planos-recurso, mucha grúa sobre el skyline de Ciudad del Cabo, una fotografía que desaprovecha la desolación de un Detroit pos nuclear, una lánguida narración de ritmo desmayado.

Y además, entra el toque Bergman, verdadero reverso del famoso toque Lubitsch, y que es capaz de helar el infierno. Ninguna alegría, ni energía, ni color, en el combate sudafricano contra el apartheid y eso que levantó lo mejor de un pueblo y lo mejor de la solidaridad mundial. Apenas unos planos cansinos metidos a calzador. Y luego Rodriguez-Sugar Man, trasunto musical de Pedro Páramo, acaba de teñir la cinta de tristeza. Ya dijo Raymond Chandler en El largo adiós, que no hay nada más triste que un mexicano triste.

Muy buena música para una historia potente, que por una vez, tiene un final feliz justificado que nos alivia del  gélido aliento del Séptimo sello.
alfonso

viernes, 15 de febrero de 2013

 Dir. Pablo Larraín
 Act. Gael García Bernal, Luis Gnecco, Néstor Cantillana

Chile, EE.UU y México 2012
Pinochet contra la OTAN
Pocas veces pierde un referéndum el que lo convoca. El plebiscito de esta película lo perdieron los gorilas y lo ganaron los chicos de la Escuela de Chicago. Y el pueblo, claro. Y nos lo cuenta admirablemente un hijo de la burguesía, Pablo Larrain, traidor a esa su clase, uno de los gestos más lucidos (sin tilde) que puede hacer el ser humano,  peineta incluida.

Si una palabra puede definir la película es sinceridad. En el magnífico trabajo del mexicano Gael García Bernal, sin cuya participación la cinta quedaría desmochada. En la puesta en escena finales de los ochenta. En el gran guión y mejor montaje; en la fotografía documental, aunque pelín pasada del toque Instagram; en la participación de muchos, reconocida en los créditos, en el trabajo coral.

Tras la pérdida del referéndum de la OTAN nos fijamos en la impecable y pizpireta campaña del NO chileno. Ellos prometían el futuro y ganaron. Los partidarios de la guerra, el PSOE, también y también ganaron. Nos quedamos con dos palmos de narices con el champán -perdón, aún peor que el cava, con un vinazo traicionero, un tal Dubois, espumoso de resaca infernal-, enfriado, a la puerta del hotel de Sol donde íbamos a celebrar el triunfo.

Treinta años más tarde sabemos que aunque hubiéramos ganado, hubiéramos perdido. Pero seguimos resistiéndonos a citar a Lampedusa, y reivindicando a Héctor Aguilar Camín: "Hay que saber que las cosas no tienen remedio y mantenerse sin embargo decididos a cambiarlas".
alfonso