Dirección y guion: Jane Campion
Reparto: Benedict Cumberbatch, Jesse Plemons, Kirsten Dunst...
Coproducción Australia, UK, Nueva Zelanda
Netflix, 2021, 128 minutos
El esmirriado y el retorcidoJane Campion da puntadas sin hilo desde su memorable debut en El piano. Lo único reseñable es el artefacto creado en Bright Star, un divertimento auspiciado por la BBC, que ahora da nombre a la productora de la neozelandesa.
Netflix apuesta como en El Irlandés, por supuestas grandes obras y se queda en puro humo. En esta historia no hay personajes, no hay background de la historia, no hay paisajes, ni en Montana ni en los escenarios reales neozelandeses. Sí hay música, una banda sonora chirriante que acaba desquiciando al respetable a cargo de un desconocido Johnny Greenwood, hay que tomar nota del personaje, que debe ser el cuñado de la Campion.
La historia, tan mala como en la novela de Thomas Savage, no confundir con la homónima y muy estimable de Don Wisnlow, reproduce un Broke Back Mountain en clave de represión y psicología barata, perdón por la redundancia, al estilo de la que se prodiga tras las catástrofes, a manos de becarios en paro recién escupidos por las facultades del ramo.
Un vaquero se encariña con un chavalito anoréxico tras hundir a su madre, casada en segundas nupcias con su hermano, un personaje desaparecido en la trama, mientras recuerda su antigua pasión por un tal Bronco Henry, ojo al nombrecito. La escena más patética es cuando el jovenzuelo descubre las revistas porno-homosexuales-culturistas del vaquero en un zulo del monte.
Como final, la frase bíblica que da título a tantas obras, que se supone alude al poder de los ricos sobre los pobres, o los desfavorecidos, como se dice ahora.
Uno que de la Biblia sabe poco y desearía no saber nada, no capta los mismo que Bolsonaro de los Evangelios, y de los perros solo sabe que son mucho mejores personas que los seres inhumanos.
De largo.
alfonso
P.D. El "huevo de pascua" que la Campion ha dejado en un final críptico en la película y clarísimo en la novela ha instalado un debate que ha llegado al NYT. Unos los interpretan como genialidad de la guionista y directora y la mayoría como otra cortina de humo para encubrir un guion bochornoso y una dirección temblona. Son los tiempos que corren. Aparentar y no dar.