viernes, 7 de marzo de 2014

Emperador

Mentiras y gordas
Dir. Peter Webber
Act. Tommy Lee Jones, Mattew Fox, Eriko Hatsune...










EE.UU,  Japón 2012









Mentiras y gordas
Y mal contadas y peor interpretadas. A pesar del interés del tema, ahora que el espíritu samurai estilo Mishima  renace y se vuelve a armar al ejército nipón y a honrar a los criminales de guerra. Ahora que el país empieza a desembarazarse del papel de peluche anime y rearma su lado Godzilla.

Ahora precisamente, y no parece casualidad, se perpetra esta película a mayor gloria de Hiro Hito y el Trono del Crisantemo, revisando la historia para que aparezca como el muñidor de la rendición en la II Guerra Mundial y no como la cabeza visible de un imperialismo comenzado en la victoria contra la flota rusa en 1905 y las atrocidades japonesas en Manchuria.

Ni siquiera se salva un buen actor como Tommy Lee Jones que hace un McArthur penoso, -más aún que el propio personaje-, ni el guión, ni los tediosos 105 minutos. Sólo la ambientación, aseada, en la camaleónica naturaleza neozelandesa.

Hiro Hito se salva como se salvó a Sadam Hussein en la primera guerra del Golfo. Porque Bush padre era menos idiota que Bush hijo y porque el sátrapa iraquí era el personaje perfecto, verdadero hijo espurio americano, para continuar el sistema y sabía demasiadas cosas de la guerra irano-iraquí. Luego se convirtió en una marioneta y pudieron darle zapatilla con las dramáticas consecuencias a las que estamos asistiendo.
alfonso