Dirección y guion, Jaime Rosales
Reparto: Bárbara Lenni,, Alex Brendemühl, Joan Botey...
España, Francia, Dinamarca, 2018, 107 minutos
Volvemos a Jaime Rosales, un director orillado por los descerebrados que manipulan el guiñol patético del cine patrio y por lo tanto, un personaje atípico que transita con voz propia por Europa. A veces se pasa de manierista, y en esta nos atosiga con travellings laterales y maneja los diferentes capítulos de la narración como si estuviera barajando el mazo de cartas de un prestidigitador de barraca de feria.
La historia se mueve entre lo peor de la burguesía catalana, que ya es un decir, y una tragedia griega sin coro. El personaje que interpreta Joan Botey, nuevo en este coso, es perturbador, mezcla de Irene Montero, Godzilla, Aníbal Lecter y una víbora sin cascabel.
Un artista de corte daliniano, maltratado que, como casi todos, se convierte en maltratador y manipulador de la corte que le rodea y le soporta en base a su dinero. Falla en el guion el papel de Marisa Paredes, desdibujado, al que solo concede una escena para explicar su desvarío.
Hay que verla con precaución, no muy tarde en la noche para que no alborote las neuronas del hipocampo y te haga recordar entre sueños ortigados algunos personajes que se han sufrido, te han amargado la vida, y que proliferan más de lo que pensamos.
O sea, agarrados al Tomatin, en medio de una tarde de falsa primavera.
alfonso