domingo, 31 de marzo de 2019

Emboscada final

Dirección: John Lee Hancock.

Intérpretes: Kevin Costner, Woody Harrelson, Kathy Bates...

EE UU. 2019, 132 minutos
















Bonnie o Trump
La primera película, la de Arthur Penn, en plena resaca de Vietnam, atribuía a la violencia del capitalismo la violencia de baja intensidad de Bonnie&Clyde en una película rebelde y carente de cualquier tipo de moral. Esta, Netflix puro, deudora de los tiempos que corren, atribuye la violencia de los ladrones de bancos a su naturaleza maligna, en base a la moral de la Biblia más retorcida y vengativa.

Para ello se basa en dos personajes arquetípicos, el Kevin Costner justiciero y adalid de una América "decente" que nos enseñó sus raíces en esa oda al vicio solitario que era Bailando con Lobos, con el contrapunto de un Woody Harrelson, un rebelde sin causa, que se lo come en el plató y en el personaje. Ambos son productores de la cinta.

Por supuesto, una ambientación de lujo en una película que que quiere sentar cátedra de clasicismo, con especial atención a los coches, el vestuario  y los personajes colaterales de la Gran Depresión. 

Y poco más que añadir al estreno en Netflix, que recuerdo que el primer mes es gratis. Solo el recurso bien conocido por los servicios de seguridad de todo el mundo al luchar contra "los terrorismos" de no aportar señales que puedan dar visos de humanidad al enemigo. Bonnie y Clyde solo salen de espaldas, a lo lejos y desenfocados. No existen, no son humanos.

Así se entierra, boca abajo, el cadáver de Tom Joad, el fantasma de las Uvas de la ira.
alfonso

lunes, 25 de marzo de 2019

Purasangre

Dirección y guión: Cory Finley
Act. Anya Taylor-Joy,  Olivia Cooke,  Anton Yelchin

EE.UU, 2017, 93 minutos


















Trucolencia (sic)
Una historia noir de adolescentes, perdón por la redundancia, filmada exquisitamente por un primerizo aunque adolece de demasiados trucos, incluido el manierismo hierático de las jóvenes actrices y cierta morbosidad en los detalles escabrosos.

Dos jóvenes de rasgos psicóticos, -falta de empatía, ausencia de emociones-, se reencuentran en la mansión de la más rica tras haber sido expulsadas del internado y haber tenido la amiga un episodio de crueldad animal con su caballo favorito. Allí planean la muerte del padrastro de la primera que, aparte de ser un cretino integral, se empeñaba en buscarse la ruina.

Se da la circunstancia de que el doble sentido en inglés, (Thoroughbeed hace referencia a pura sangre equino y al alto linaje de la protagonista), se ha sustituido en castellano por el doble sentido de pura sangre animal y de la sangre derramada en el crimen. Por cierto, el director forma parte de un grupo de cineastas autodenominado Youngblood, sangre joven.

Filmada en una espectacular mansión con una steadycam llevada con la muñeca de un tenista de élite, el montaje y la fotografía no casan con algunos excesos en el guión y ciertas exageraciones en el Asperger impostado de las actrices. 

Pero se deja ver con magnetismo, a la vez que recordamos aquella frase de juventud: "No hay mayor emoción que no sentir ninguna".
alfonso


domingo, 17 de marzo de 2019

Mujeres del viento

Levante suave a babor
Teatro Casa de la Música, Carboneras

Perder sotavento
A la magnífica cantante Sensi Falan no deberían hacerle tan flacos favores como coprotagonizar esta fallida obra de teatro en que todo naufraga. 

El discurso es panfletario y arrojadizo. Todos los tópicos entran a calzador. Feminismo, -el director,  uruguayo y digno de mejor causa, afirma que es teatro de género-, lesbianismo, prostitución, desmanes de la iglesia católica -que parece que en la Guerra Civil todavía no había elegido opción sexual por los niños-, memoria histórica, pacifismo. Por ejemplo uno escucha con asombro pedradas como que la guerra es un invento de los hombres. Margaret Thatcher, Chandrika Kumaratunga, Indira Gandhi, Golda Mier... debían ser transgénero todas.

En la puesta en escena no hay un gramo de talento. Ni en el vestuario, ni en el escenario ni en la iluminación. Porque una cosa es no tener presupuesto y otra es esa pasarela de contrachapado mal calafateada. Tampoco el sonido grabado ni las proyecciones aportan gran cosa.

Y finalmente a la miliciana, la única sin acento andaluz, alguien debería decirle que lo que hace es escalofriante. Capaz de provocar otra desbandá, ahora en la sala.

En fin, Sensi, sigue cantando, como en Mujeres de la Chanca. Y si haces teatro búscate otras socias y sobre todo otro director. O directora.
alfonso