domingo, 20 de julio de 2014

Amanecer en el planeta de los simios

 Dir. Mat Reeves
 Act. Andy Serkis, Gary Oldman...


 EE.UU. 2014, 130 minutos



Estrictamente menores de 14
Una fábula a medio camino entre el vídeo juego y los dibujos animados, con una técnica muy avanzada de capture motion, que hace que algunos monos tengan un nivel de expresividad similar al de un actor de carne y hueso, sobre todo el interpretado por Andy Serkis, que ha dado vida a muchos otros muñecos como Golum de la tediosa El Señor de los Anillos o al propio King Kong.

Una vez dicho esto, y señalar algunos detalles como los homenajes a las poblaciones indias masacradas o a los negros afroamericanos o el oportuno guiño al despilfarro en energía, el resto es puro tedio, sobre todo los últimos 45 minutos de tiros en plan maquinita.

Los malos de solemnidad, los buenos de baba, los personajes de cartón piedra, las mujeres dedicadas a parir y a ser protegidas por los machos, peludos o no, y tocadas con poco garbo por unos abalorios ridículos en el caso de los simios, queda de apabullante manifiesto que donde hay pelo hay alegría, es decir que los monos, -y lo dice alguien que tuvo dos en casa-, son mucho más inteligentes que los humanos. O menos brutos, por ponerlo de otra manera.

Y traducido a los tiempos actuales de nuestra muchachada, menores de 14 quiere decir hoy menores de 35, a punto de destetarse de la paga del domingo y la vídeoconsola.
alfonso

sábado, 19 de julio de 2014

El lobo detrás de la puerta

Culebrón, culebrón
 Dir. Fernando Coimbra
 Act. Milhem Cortaz, Leandra Leal, Fabiula  Nascimentos





Brasil, 2013, 100 minutos




Culebrón, culebrón
No sé qué tienen los culebrones, -telenovelas, soap operas, etc...- que están presentes en casi todas las (sub)culturas, magnetizan a un público abrumadoramente femenino y contaminan el resto de géneros hasta caricaturizarlos. 

Aquí, el director disparata comparando su película con una moderna Medea, algo que podría traernos a la cabeza el Orfeo Negro de Cocteau, pero que definitivamente no tiene casi nada que ver con los griegos.

Dice también el director que los cariocas son "verbosos" (sic). A juzgar por la película son más bien incontinentes y eso que todavía no conocen, al menos en la cinta, el Whatsapp.

Lo mejor son los actores, la mayoría procedentes de la televisión, y la narrativa; la fotografía es totalmente digital y como la película discurre en interiores bajos de luz, funciona. Los diálogos son muy discursivos, en ese bonito portugués criollo, casi ininteligible.

Reconozco que las telenovelas del après midi son el reverso femenino del Tour de Francia. Un programa perfecto para echar la siesta, con los dos ojos y el cerebro cerrados; en el caso del ciclismo, sólo uno.
alfonso


jueves, 17 de julio de 2014

Foxfire

American Pussy Riot
Dir. Laurent Cantet
Act. Raven Adamson, Katie Cosem, Madeleine Besson...


143 minutos


Francia, 2012













American Pussy Riot
De nuevo vuelve por sus fueros Laurent Cantet, director de La Clase, con sus motivos de siempre: los adolescentes, los grupos secretos, los ritos de paso con su correspondiente iconografía, la rebelión... Y vuelve a cometer los mismos errores, la falta de contexto, los trucos del guión, una fina demagogia. Si en el primer caso un profesor remedaba un grupo nazi en su escuela, hoy toca un grupo de muchachas rebeldes que se organizan primero contra los abusos machistas y luego, las más conscientes, contra la sociedad burguesa de su época, los años 50 en los Estados Unidos.

Parte de un libro del mismo título de Joyce Carol Oates, combativa feminista y eterna candidata al Nobel, autora fascinada por la violencia como ella misma reconoce en uno de sus libros Why Is Your Writing So Violent?

Lo peor es el aterrizaje de un francés tramposillo en la sociedad norteamericana de los 50', un periodo que ellos retratan como nadie y que a Cantet le sirve para ganar público. No menos mala es su afición por el primer plano, que quema a las actrices, a pesar de que dan muy bien la talla, y es muy apañado para esconder una mala puesta en escena. El personaje del predicador y del millonario constituyen recursos de tercera división para contar una historia sin recurrir a una voz en off, recurso por cierto que maneja con perfección de relojero el gran Terrence Malick pero por motivos formalmente estéticos y líricos.

Excesivo metraje, buena interpretación, buen título (Fox Fire: "Tías buenas" de fuego, no confundir con el navegador de Mozilla), demagogia delicatessen...

Y querida Joyce, así no te van a dar el Nobel; recuerda la frase de Mao, que era siempre muy claro aunque poco diplomático. "El poder reside en el pueblo... y en la punta de tu fusil".
alfonso

viernes, 11 de julio de 2014

Dos vidas

No hay inocentes
Dir. Georg Maas
Act. Julian Köhler, Sven Nordin, Liv Ullman...


Alemania, Noruega, 2012


El tráiler






No hay inocentes
Al caer el muro de Berlín salta el tapón de los secretos de la RDA, no tanto los de la Federal que aún siguen durmiendo el sueño de la CIA como podemos leer estos días, y quedan al descubierto numerosos espías repartidos por el mundo. Los servicios de inteligencia del lado frío habían aprovechado a los lebensborn, los hijos que los soldados nazis habían tenido con mujeres de las tierras ocupadas y educados en hospicios al servicio de la sangre aria, para infiltrarse unos años más tarde en Occidente, en este caso Noruega. Ni que decir tiene que las mujeres que habían confraternizado con el enemigo fueron tratadas como traidoras.

Una película muy escandinava, sencilla, bien hecha, bien contada y excepcionalmente fotografiada a lo que ha contribuido sin duda la ciudad de Bergen y sus espectaculares fiordos. Está bien interpretada, especialmente por Liv Ullman después de sobrevivir a su dilatada relación con un tipo como Ingmar Bergman.

Discurso paralelo sobre la identidad, las relaciones sanguíneas y las que no lo son, el papel de la familia, pero sobre todo el peso del pasado y la densidad de nuestros fantasmas que nos acechan y nos observan severamente desde que abrimos los ojos a este mundo, sin dejarnos apenas algún resquicio para esa utopía llamada libre albedrío.
alfonso