viernes, 26 de febrero de 2016

Ave César

Un inteligente divertimento
Dir. Joel & Ethan Coen
Act. Josh Brolin, Georges Clooney, Ralph Fiennes, Scarlet Johansson...






EE.UU, 2016, 106 minutos












Un inteligente divertimento
Mucho mejor que O brother, El gran salto o Crueldad intolerable, al mismo nivel que Quemar después de leer, Barton Fink, El hombre que nunca estuvo allí, y desde luego sin comparación con El Gran Leboswski, Fargo, Sangre Fácil o Valor de ley, esta película en concreto se mueve con soltura en los parámetros de la filmografía de los Coen. 

Entre lo fallido, lo alimenticio como decía Buñuel, y lo magistral, en la tierra media, es un inteligente divertimento en torno al cine y la época de los grandes estudios, la llegada de la televisión, las estrellas y la Caza de Brujas. Aunque uno nunca haya disfrutado las películas de Gene Kelly, ni por supuesto Esther Williams, ni las denominadas comedias de teléfono blanco, -aunque sí de los western en cinemascope-, se pasa un buen rato admirando la puesta en escena, el sentido del humor y el guión de los hermanos más famosos del cine después de los Marx.

Nunca me ha parecido que Clooney hiciera bien comedia, es previsible y está siempre un punto pasado, así como creo que Josh Brolin hace mejor los papeles dramáticos que los ligeros. Pero como contrapunto destacan Ralph Fiennes, Frances McDormand o Tilda Swinton.

El personaje de Marcuse como líder de los guionistas comunistas es impagable, como la escena de los curas de las cuatro religiones opinando sobre el guión, puro hermanos Coen en su máximo esplendor. Que duren alegrándonos las tardes, aun con esta brillante pichorradica.
alfonso

domingo, 21 de febrero de 2016

El botón de nácar

Cadáveres marinos
Dir y guión: Patricio Guzmán

Chile, 2015, 82 minutos

Cineteca El Matadero, Madrid

















Cadáveres marinos
Intenta retomar el hilo de la espléndida Nostalgia de la luz, Cadáveres celestes, abriendo con varios planos del cosmos y las poderosas imágenes de los telescopios girando mudos en pleno desierto de Atacama, pero esta segunda parte es fallida en el texto, el hilo narrativo y sobre todo el tono.

Patricio Guzmán intenta trazar una analogía entre los Patagones aniquilados por el colonialismo y los desaparecidos por la dictadura chilena; entre el puñado de botones con los que Fitzroy, al mando del Beagle, compró a Jimmy Button para civilizarle en Inglaterra y luego, ya mestizado, devolverle a su tierra, y los botones que se han encontrado en los cadáveres que el Pacífico ha devuelto después de que los militares los arrojaran, tras torturarlos, al océano.

Trufada de milenarismo, -¡qué felices eran los Patagones en su edad de piedra!- de pura demagogia, de falseamiento y ocultación de ciertos aspectos de la realidad, la metáfora no funciona en clave política, aunque bien podría haberlo hecho en clave poética. Tampoco acierta con los personajes escogidos y alarga hasta los 90 minutos de rigor un documental que podría haberse quedado perfectamente en los 60.

Como el propio autor reconoce, Allende.·. vive en su código genético, como nos pasa a tantos, aunque en su momento nos burláramos de la vía pacífica al socialismo.

Algunos envejecemos con corazón, otros se convierten en maduristas-populistas.
alfonso

viernes, 19 de febrero de 2016

El renacido

Fundamentalismo baptista
Dir. Alejandro G. Iñárritu
Act. Leonardo di Caprio, Tom Hardy, Domhnall Gleeson...



EE.UU. 2015, 156 minutos















El rechingado
Uno pensaba que Iñárritu, tras su primera fase de tremendismo reaccionario de la mano de su guionista meapilas Guillermo Arriaga, había dado un giro a su carrera con Birdman. Me equivoqué. Vuelve a su esencia tremebunda y beata lo que me hace suponer que las características de la etapa anterior se debía por igual a los dos amigos, ahora enemigos íntimos.

Dos horas y media de sinvivir para el espectador que asiste atónito a una ración de gore en primer plano, -incluso empañando la cámara con el aliento buscando una fotografía más que excelsa, impactante-, a una colección de disparates de un guión absurdo y chapucero; a una sucesión de desgracias que acaban además por aburrir, y a algunos detalles de fundamentalismo baptista -¿renacido como George Bush?- donde el malo lo es porque su padre no le enseñó religión y confundió a dios con una ardilla y con una escena delirante ante unos frescos bizantinos en una capilla derruida en medio de la nieve, como metáfora extrema de la salvación.

El protagonista no deja de poner unas caras ante la steadycam que al principio producen repelús y luego curiosidad por contarle las caries y los mocos y ver qué otras barbaridades le pueden suceder tras comerle un oso, enterrarle vivo, sobrevivir a unos rápidos congeladores, caerse por un precipicio con su caballo, cicatrizarse las heridas con pólvora, comer carroña... y seguro que mi mente ahíta ha borrado algunas otras escenas. Me sigo quedando con el original, El hombre de una tierra salvaje

No sé si a Di Caprio le darán el Oscar, pero seguro que se merece la Medalla a los Sufrimientos por la Patria. O por la pasta, que es lo mismo.
alfonso



jueves, 11 de febrero de 2016

Winter's tale

Shakespeare un espectáculo total
Dir. Declan Donellan
Compañía Cheek by Jowl
Act. Orlando James, Joseph Black, Joy Richardson...


Teatro María Guerrero, "Una mirada al mundo"



Los humanos somos para los dioses como las moscas para los niños juguetones: nos matan para su recreo
W.S






Shakespeare, un espectáculo total
Hace 405 años, cuando se estrenó en el famoso Globe Theatre, fue un éxito clamoroso. Lo tenía todo, tragedia, comedia, humor, amores y celos, enredo pastoril, pícaros, música... Y lo más importante, el ser humano se imponía al fatum de los dioses, conseguía equilibrio y redención.

Vuelve a Madrid, como cada año, la pareja más aclamada del teatro mundial, Declan Donellan y Nick Ormerod, director y escenógrafo, a traernos su último montaje, tan brillante como el resto de sus obras con cualquier compañía con la que se alíen, ya sea la San Petesburgo, The Barbican, Piccolo Teatro di Milano, para montar obras del teatro isabelino, sobre todo de El Bardo o sus coetáneos como John Ford.

En efecto el montaje, un poco previsible para sus adeptos, recuerda Lástima que sea una puta, quizá su obra maestra, con un sentido de la iluminación que vertebra una minimalista puesta en escena, una actuación impecable, llena de técnica y fuerza, un vestuario que huye de los ropones como de la peste, música en directo, sentido del humor a raudales, tragedia y comedia, con un apabullante final de sutilísimo crescendo.

Vuelve a triunfar en candilejas como hace cuatrocientos años, brindando quizá el mejor espectáculo que pueda verse en un teatro: un texto shakesperiano dicho en un inglés magnífico, un tanto demasiado podado de la construcción original del autor, talento a raudales, dos horas y media de pura emoción y diversión. ¿Quién da más?

Hasta el ministro de Educación e Incultura, presente en la sala, hacía como que no necesitaba leer los sobretítulos y se reía... cuando no tocaba.
alfonso

viernes, 5 de febrero de 2016

Carol

Carol, lesbianas de papel couché
Dir. Todd Haynes
Act. Cate Blanchett, Rooney Mara,  Sarah Paulson...



EE.UU, UK, 2015, 118 minutos















La Highsmith revolviéndose en la tumba
La autora de la novela original era cualquier cosa menos un alfeñique intelectual. Se asomaba al interior de las personas y de sus instintos más profundos -y perversos- sin que le temblara el pulso y, aunando la mirada maléfica con sus gatos, contaba unas historias y alumbraba unos personajes, como Ripley, que te helaban la lectura.

Ahora estará revolviéndose en su tumba por culpa de esta película meliflua como sólo Douglas Sirk sabía ser, un melodrama sobre lesbianas de papel couché de los años 50. El director ya había sondeado el tema en Lejos del cielo, con una historia parecida, en una época parecida, sólo que iluminada en homenaje a Edward Hopper y que homenajeaba a su vez al mismo rey de la plastilina de Sólo el cielo lo sabe, con amores entre una señorita rica y su jardinero de color (negro).

Aquí hay profusión de escenas desmayadas, lánguidas, inertes y astragantes. Con encuadres rebuscados y pesados travellings laterales. Con una fotografía digital cuyo grano no va nada con la época. Con personajes acartonados y música de sala de espera de dentista gay. Con sexo liofilizado, de espuma controlada, ni poca ni mucha para su colada.

O sea que los 118 minutos se hacen largos, ahora que ya sabemos que las historias de lesbianas desnatadas pueden triunfar en Hollywood, aburriendo a las ovejas y sacando de sus casillas a Patricia y sus demonios.
alfonso