Dir. Mateo Gil
Act. Sam Shepard, Eduardo Noriega, Sthepen Rea
Homenajes mostrencos
No hay que confundir el homenaje con el estereotipo y la caricatura. Con una mala copia en que brillan particularmente los defectos. La película de Mateo Gil, guionista de Amenábar, cuenta con una fotografía quemada que desaprovecha los maravillosos paisajes de Bolivia, incluido el Salar de Uyuni, un marco perfecto para un western que no sea éste. La música es ramplona y la historia, absurda, bebe de todos los tópicos y lo peor, aburre por su falta de ritmo y crescendo.
Nadie se cree su personaje, claro, menos Eduardo Noriega que está bien a secas. Y la moralina en blanco y negro resbala hasta crear un grumo indigesto, mientras los guionistas creen que homenajean, esta vez a Peckimpah, de forma un tanto patética.
Lástima de paisajes, actores y producción desaprovechada en unas tierras donde a poco triunfará el jamón de llama, gracias a la receta facilitada a un personaje potosino, -este sí, de una pieza y armas tomar-, por el que esto firma, hará ya un buen puñado de años.
alfonso