Dir. Asier Altuna
Act. Iraia Elias, Kandido Uranga, Klara Badiola...
Euskal Herria, 2015, 103 minutos
La tradición es una maldición
Act. Iraia Elias, Kandido Uranga, Klara Badiola...
Euskal Herria, 2015, 103 minutos
La tradición es una maldición
Así lo cantaba hace 30 años el solista pamplonica de La polla récords levantando ampollas en su propio auditorio, algunos recién bajados en alpargatas del caserío.
Se trata de una fábula peneuvista sobre una familia dueña por generaciones de un -maravilloso- caserío y sus hijos que quieren vivir su vida, trufada de tópicos y milenarismo vasco a degüello.
Se trata de una fábula peneuvista sobre una familia dueña por generaciones de un -maravilloso- caserío y sus hijos que quieren vivir su vida, trufada de tópicos y milenarismo vasco a degüello.
Algunas escenas te ponen rojo hasta la orejas: los llamados al neolítico, la muerte de la matriarca en una cueva tras convocar a todos los vástagos, la performance -irritzi incluido- con la amama de cuerpo presente; las cuerdas que sostienen simbólicamente a los hijos, el fusilamiento del perro del caserío por viejo, el flequillo que le llega casi hasta el rímel petrolero de la rebelde sin causa, el papel callado de la ama, el malhumor cazurro del aita, la ausencia total de sentido del humor...
Ganaría muchos enteros si fuera muda, a pesar de la belleza del euskera original, con una música muy bien introducida en el paisaje y una fotografía efectiva, pero solo falta Sabino Arana bailando un aurrezku a dos con Xabier Arzalluz.
Defenderé
la casa de mi padre.
Contra los lobos,
contra la sequía,
contra la usura,
contra la justicia,
defenderé
la casa
de mi padre.
Perderé
los ganados,
los huertos,
los pinares;
perderé
los intereses,
las rentas,
los dividendos,
pero defenderé la casa de mi padre.
Me quitarán las armas
y con las manos defenderé
la casa de mi padre;
me cortarán las manos
y con los brazos defenderé
la casa de mi padre;
me dejarán
sin brazos,
sin hombros
y sin pechos,
y con el alma defenderé
la casa de mi padre.
Me moriré,
se perderá mi alma,
se perderá mi prole,
pero la casa de mi padre
seguirá
en pie.
Así lo cantaba Gabriel Aresti en tiempos de la dictadura, el mayor poeta de la tierra con permiso de Kirmen Uribe, y así lo haremos... aunque alquilado y solo sea para que se no se lleven el patxaran.
alfonso