lunes, 17 de agosto de 2015

El cartero de las noches blancas

El mundo es ancho y ajeno
Dir. Andrey Konchalovsky
Act. Aleksey Triapytsyn, Irina Ermolova...


Federación Rusa, 2014, 90 minutos

















El mundo es ancho y ajeno
El cine debería ser herramienta para conocer lo distante y ajeno, por ejemplo Rusia, tan vilipendiada por la propaganda occidental que vuelve a recrear la Guerra Fría, tan reducida a caricatura de mafiosos y borrachos, autoritarios y niños de todo a cien adoptados de Chernobyl. Nada mejor que ver teatro ruso, por ejemplo Cheek by Jowl con la compañía Pushkin de Moscú, en Medida por medida para percibir la sensibilidad y el maravilloso trabajo de los actores rusos.

O esta película, que discurre en el lago Kenozero, en el norte de Rusia lindando con Finlandia, próxima al cosmódromo de Mirni, República de Carelia. Allí un cartero se sirve de una barca para llevar el correo, las pensiones y algunos otros encargos básicos a los habitantes de un lago bajo la luz lechosa de las noches blancas.

El director, hermano de Nikita Mijalkov, reivindica su país y su apabullante naturaleza, sus logros técnicos en el espacio y sus gentes, la contemplación quieta de esas noches como las que describía Dostoievsky a orillas del Neva, arrebatadamente románticas, el alma eslava y los gatos como trasunto precisamente de ese alma y sus circunloquios, ya sean imaginarios o de peluche.

Ganas dan de ponerse en pie cuando suena muy bajito el antiguo himno de la Unión Soviética. Son los reflejos de un pasado con educación sentimental a la sombra de Chejov, Tolstoy, Dostoiesvky, Lenin... ¡Nasdrovia!
alfonso