viernes, 28 de noviembre de 2014

El tiempo de los amantes

Extraños en un tren... francés
 Dir. Jèrôme Bonell
Act. Emmanuelle Devos y Gabriel Byrne








Francia, 2013, 104 minutos



El tráiler
Extraños en un tren... francés
No hay que dejar que los poco afortunados títulos -en francés y castellano-, nos impidan ver esta maravillosa película de inequívoco aroma francés, al mejor estilo Truffaut, pero puesto al día y sin su cursilería fin de siècle.

Una actriz que va a realizar una prueba a París se queda prendada de un hombre maduro y circunspecto del asiento unas filas más allá. Tras hacer el casting le sigue al funeral que se celebra en una iglesia por la que el inglés le había preguntado cómo llegar y le persigue hasta el hotel.

Se trata de una aproximación a esa fosa insondable -oscura como la tumba donde yace mi amigo, retorcida como la carretera que sube a Huautla en Oaxaca-, que es el corazón de una mujer y su naturaleza, con una extraordinaria actriz a la que sólo le puede dar la réplica uno de mis fetiches, Gabriel Byrne, el protagonista de Sospechosos habituales y Jindabyne, la versión australiana del relato de Raymond Carver, Tanta agua y tan cerca de casa.

La película abre con un plano secuencia de la protagonista saliendo a escena a interpretar a Ibsen y la cámara la sigue ensimismada por París, una ciudad abominable pero muy bien retratada, mientras el guionista le priva del móvil y de la tarjeta de crédito.

Son de esas películas pequeñas que pasan desapercibidas porque la vida es así de rabona e injusta. Entre sus escenas memorables destaca la conversación entre hermanas y los finísimos destellos de humor.
Imprescindible.
alfonso

viernes, 21 de noviembre de 2014

La bella de Amherst

Emily Dickinson
Dir. Juan Pastor
Act. María Pastor
De William Luce

Teatro La Guindalera

















Una mujer descalza ordena el mundo
La historia de la bella Emily Dickinson, tanto en la representación como en el original de la obra, la más grande poetisa estadounidense, fundacional y como su par masculino Walt Whitman, naturalista, optimista, de barba de mariposas como luego dibujó Lorca.

El magnífico texto nos lo desgrana María Pastor con un largo aliento de hora y media y magnífica técnica que no traiciona la emoción, en la que nos cuenta a su padre, su casa, sus fallidos intentos de publicar, su estirado maestro de tres al cuarto, la losa enorme de su origen calvinista heredero del May Flower, su huerto, las flores que adornan la tumba de su padre, -otra vez su padre, sin que aparezca su madre hasta muy al final-, sus hermanos, y los animales, animales, animales, condenando, eso sí a las impávidas gallinas, ponedoras de sí mismas.

En esa caja de bombones que es La Guindalera, y que dure, asistimos al tránsito desde la infancia hasta la muerte de una escritora que se bebe el tiempo -murió a los 56-, y que nos regala vida e historia mientras ordena su habitación, sus afanes y su legado, a la par que junta las palabras y hace que suenen.

El cielo tiene playas donde evitar la vida
Y hay cuerpos que no deben, y hay cuerpos que no deben
Y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora.
alfonso



martes, 18 de noviembre de 2014

Ricardo III

Artificio, mediocridad, falta de talento
Dir. Carlos Martín
Dramaturgia, José Sanchis Sinisterra

Act. Juan Diego, Juan Carlos Sánchez, Jorge Muñoz, Ana Torrent, Terele Pávez...

Teatro Español
Trabajos de amor perdidos
Considero un fraude utilizar micros en un teatro como el Español. No solamente se acoplan y se oye, en una ocasión al menos, fritura. Es que todo suena en un altavoz situado arriba en el centro. Es patético ver a los actores saliendo de escena por un costado y que su voz se oiga... arriba en el centro. A veces no sabes quién está hablando porque suena... arriba en el centro. Y las escenas y los cuadros se amontonan... abajo, apiñados en el centro. 

Más artificios. La banda sonora, no como dice el programa de mano, el ambiente sonoro. Es algo extraño al teatro, además, onmnipresente y machacona. Más: las transparencias funcionan muy bien sobre los velos, parecen a veces auténticos forillos o cromas en 3D. Pero sobran, como sobran los fantasmas diciendo un texto... en pantalla. Los velos para trasmitir sueños e irrealidad son un poco evidentes pero podrían funcionar en algunas escenas. No en todas.

Y de todo eso deben contagiarse los actores. En la primera parte gimen, no mastican el odio. Chillan, no escupen el veneno que destila el personaje. Recitan, no interpretan la magia de El Bardo. Todos y todas. Y luego, Juan Diego... No da el papel, no se hace con el personaje en ningún momento, por mucho que se esfuerce. Y se esfuerza, suda, grita, y se saca una vis cómica de la chistera. Que los dioses del teatro me perdonen, pero a veces suena y se mueve como Chikito...

Tampoco acierta Sanchis Sinisterra al darle la vuelta a la trama y al alterar su desarrollo en un flash back que difumina el contenido la obra. Es puro oportunismo afirmar que podemos identificar la corrupción actual en esta adaptación.

Y el responsable absoluto de tamaño despropósito debe ser, supongo, el director Carlos Martín.

A veces, restalla la prosa inigualable, 500 años después, de Shakespeare: Desespera y muere le dicen los fantasmas al contrahecho homúnculo antes de entrar en batalla. O cuando nos alecciona sobre cómo invocar las mejores maldiciones. 
Sobra dinero, falta talento...
alfonso

viernes, 14 de noviembre de 2014

Escobar:paraíso perdido

Dir y guión: Andrea di Stefano
Act. Benicio del Toro, Josh Hutcherson, Carlos Bardem...





Francia, España, Bélgica, 2014, 120 minutos













El toro Benicio
Una fuerza de la naturaleza con ese mirar torcido en una película en que es lo único que merece la pena, sobre todo cuando le canta un bolero a su esposa ante sus decenas de invitados. El resto, aunque digno, ramplón. 

Mal guión, ingenuo y previsible, demasiado metraje, dirección de un debutante que ejerce como tal, y malos secundarios, excepto el Bardem, que acierta con su papel de sicario. Bien ambientada, con un colombiano muy sonoro y cantarín y bonitos paisajes, aunque se trate de Bocas del Toro y otros lugares de Panamá, por aquello de rodar libre de impuestos.

Por lo demás, la misma historia que ahora vive México. Los capos de la droga se encuentran un día como novia despechada, que sus aliados y cómplices, el gobierno, ya no les quieren y prefieren mudar al Banco Mundial, la DEA, el Libre Comercio y otros bichos más finos y glamourosos. Y ya se sabe que el peor enemigo es quien durmió contigo. Y te encuentras la mirada de Benicio al otro lado de la mira.

Los muertitos, la carne de cañón, los siguen poniendo los de siempre. Antes y después.
alfonso

viernes, 7 de noviembre de 2014

Interstellar

Interstellar, halcón maltés milenario
Dir. Christopher Nollan
Act. Mathew McConaughey, Jessica Chastain, Anne Hathaway, Michel Caine...




EE.UU, 2014, 169 minutos
Halcón Maltés Milenario
De El Halcón Maltés de John Huston salías sin enterarte demasiado a pesar de haber leído la novela un par de veces. De El sueño eterno, decía William Faulkner, su guionista, que le sobraban un par de muertos y que no sabía qué hacer con ellos. De esta desconectas a mitad de película, justo cuando empiezan los fuegos de artificio cuánticos, y peor aún los sentimentales, que harían bostezar a los osos, aunque un buen puñado de hipsters tendencia peluche se rompa las manos a aplaudir al finalizar sus sofocados sollozos y la empalagosa empanada.

La primera parte es absorbente y ratifica el concepto marxista de la naturaleza (infinita y dialéctica) frente a los desgarbados ecologistas actuales que la califican de moribunda y mensurable. También ratifica que el universo se basa en el tiempo, su relatividad y los agujeros negros y de gusano. La segunda mitad ilustra sobre la recurrente pesadilla gringa de los padres que abandonan a los hijos, pero aquí envuelta en "pedradas" sobre los eones, el horizonte gravitacional y otros términos imposibles de retener y, por supuesto, comprender.

La música es quizá lo mejor de todo, -junto a la pelirroja, claro-, y McConaughey no da el papel ni de lejos. Pero, ¡ojo! merece la pena verse, yendo, eso sí, avisados de lo que nos jugamos. Aunque con Nolan nadie puede llamarse a sorpresa. Ya sabemos que a veces le cambian el pastillero.
De 2001, una Odisea... ni hablamos, y el reloj por supuesto es Hamilton.
alfonso