viernes, 28 de agosto de 2015

Operación UNCLE

Taquillazos para hipsters
Dir. Guy Ritchie
Act. Henry Cavill, Armie Hammer, Hugh Grant, Alicia Vikander...




EE.UU. 2015, 116 minutos














Taquillazos para hipsters
Recreación de una serie de los 60' que hacía furor en nuestra casposa televisión de la época, -aunque menos cutre y hortera que la actual-, El hombre de CIPOL, a manos de un especialista, Guy Ritchie, que ya hizo lo propio con Sherlock Holmes, añadiéndole su estilo particular: una puesta en escena cuidadísima, una gran potencia visual, unos efectos especiales de lujo y un apasionado gusto por el detalle. El uso continuo de las pantallas Croma y los efectos digitales no le restan mérito, pero a veces canta el forillo, como se decía hace muchos, muchos años.

Discurre en la Roma y Nápoles también de los 60, por lo que los Ferraris antiguos, las lanchas Riva, los modelitos Opair, los lujosos hoteles romanos, la infaltable escena de Piazza Espagna con la Fontana di Trevi, los zapatos, el diseño industrial italiano... todo está cuidado hasta la arcada.

La historia es una solemne tontería, pero nadie va a ver películas de Ritchie por sus guiones. Al menos no insulta la inteligencia con sus tramas, brilla el sentido británico del sarcasmo, y la fotografía y la música son espléndidas como diría Hugh Grant, siempre encasillado en su eterno papel de british que tanto gusta a los isleños.

A veces de tanto diseño y con la pareja de muchachos mirándose tiernamente a los ojos tiene un acusado barniz gay, pero después de haber estado casado con Madonna unos años, no me extraña que Guy pierda aceite y se haya cambiado de acera.
alfonso

sábado, 22 de agosto de 2015

Cut Bank

La suerte del principiante
 Dir. Matt Shakman
Act. Jonh Malkovich, Billy Bob Thorton, Bruce Dern...



EE.UU, Canadá, 2015, 92 minutos
La suerte del principiante
El director viene de hacer series de televisión, cine para tontos, y se nota, pero disfruta de buenas amistades, sobre todo John Malkovich, inolvidable protagonista de El cielo protector, Billy Bob Thorton, un actor muy efectivo, y es amigo de los Coen, que le han dejado homenajear la grandísima Fargo, una película que uno no se cansa de ver, y le han echado una manita en otros aspectos incluido el dinero.

Pero la puesta en escena es plana como las series de televisión, los guapos de turno son malos como en las series y rodar con celuloide es caro y costoso y se desperdicia si la fotografía tampoco es gran cosa a pesar de los paisajes de Alberta en Canadá, donde el frío llega a los  cuarenta bajo cero... ¡quién los pillara!

Es fácil para un progre como el director radiografiar la América profunda y plantear una rocambolesca historia para huir como alma que lleva el diablo del cartero simpático, las tartas de cereza, la cheerleader, el jugador de fútbol americano frustrado, el sheriff taciturno, y el frikie descerebrado que al final se convierte en el único cuerdo de toda la escena, digna de un cuadro de Norman Rockwell.

La suerte del principiante, es su primer largometraje, la irá perdiendo conforme vaya aprendiendo a hacer cine de calidad. Como todos, estará deseando dejar de ser indie, para hacerse mainstream y filmar a los Cuatro Fantásticos o el súper héroe de turno. O seguir haciendo series... 
alfonso

jueves, 20 de agosto de 2015

Señor Manglehorn

Señor Manglehorn
Dir. David Gordon Green
Act. Al Pacino, Holly Hunter...


EE.UU. 2014, 97 minutos
Empacho Pacino
Una de esas películas hechas a la medida del ego del siempre sobreactuado actor, construida con tres ideas y 300 palabras, más o menos las que forman el lenguaje del americano medio: genial, entrenador, buen tipo, malos, bacon, donuts... 

Una idea es la que versa siempre alrededor del padre estadounidense medio, que o bien ha salido por piernas de sus responsabilidades, o bien lleva indefectiblemente al hijo a jugar al béisbol. La otra habla sobre el individualismo y la amargura de ese mismo americano demediado, algo exagerada al vivir en Texas, y las segundas oportunidades de la vida, siempre felizmente resueltas con final empalagosamente feliz.

Se sale de la película literalmente empachado del italo americano, con ese papel creado, -probablemente por él mismo-, a la medida de él mismo, es decir, pasado de revoluciones hasta quedar gripado, que no deja de salir en ningún plano de la cinta, por lo demás mediocre en todos los sentidos, y eso siendo magnánimos.

De la historia solo se libra el amor por los gatos, la mascota perfecta, distante, descreída,  de vuelta de todo, individualista y autosuficiente, que nunca podría como el perro, ser policía o chivato detector de drogas.
alfonso

lunes, 17 de agosto de 2015

El cartero de las noches blancas

El mundo es ancho y ajeno
Dir. Andrey Konchalovsky
Act. Aleksey Triapytsyn, Irina Ermolova...


Federación Rusa, 2014, 90 minutos

















El mundo es ancho y ajeno
El cine debería ser herramienta para conocer lo distante y ajeno, por ejemplo Rusia, tan vilipendiada por la propaganda occidental que vuelve a recrear la Guerra Fría, tan reducida a caricatura de mafiosos y borrachos, autoritarios y niños de todo a cien adoptados de Chernobyl. Nada mejor que ver teatro ruso, por ejemplo Cheek by Jowl con la compañía Pushkin de Moscú, en Medida por medida para percibir la sensibilidad y el maravilloso trabajo de los actores rusos.

O esta película, que discurre en el lago Kenozero, en el norte de Rusia lindando con Finlandia, próxima al cosmódromo de Mirni, República de Carelia. Allí un cartero se sirve de una barca para llevar el correo, las pensiones y algunos otros encargos básicos a los habitantes de un lago bajo la luz lechosa de las noches blancas.

El director, hermano de Nikita Mijalkov, reivindica su país y su apabullante naturaleza, sus logros técnicos en el espacio y sus gentes, la contemplación quieta de esas noches como las que describía Dostoievsky a orillas del Neva, arrebatadamente románticas, el alma eslava y los gatos como trasunto precisamente de ese alma y sus circunloquios, ya sean imaginarios o de peluche.

Ganas dan de ponerse en pie cuando suena muy bajito el antiguo himno de la Unión Soviética. Son los reflejos de un pasado con educación sentimental a la sombra de Chejov, Tolstoy, Dostoiesvky, Lenin... ¡Nasdrovia!
alfonso

sábado, 15 de agosto de 2015

Y de repente tú

El subgénero del subgénero
Dir. Judd Apatow
Act. Amy Schummer, Bill Hader...


EE.UU. 2015, 125 minutos







El súbgenero del subgénero
El subgénero es la comedia de jóvenes gordas y poco atractivas en busca de sexo y luego marido, aunque empiecen, como es el caso, renegando de la monogamia y entregándose a la vida voluptuosa. Se inauguró con Briget Jones, una comedia muy británica, en la estela de Cuatro bodas y un funeral y con el encasillado pero terriblemente efectivo Hugh Grant como inglés pervertido y por supuesto alérgico al matrimonio.

Aquí la réplica corre a cargo de la factoría Apatow, Virgen a los 40, Si fuera fácil... que retuerce el género hasta subvertirlo, de macho ligón a hembra desprejuiciada, para finalmente reconducirlo por los caminos más trillados y reaccionarios en eso de la pareja y el amor. Y lo hace a la americana en su versión más gamberra la primera y desternillante media hora para luego realizar el discurso rancio y carca de siempre en pos de la familia nuclear en su doble vertiente patriarcal y atómica, en la onomástica del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki.

El guión corre a cargo de la actriz principal, Amy Schummer, una especie de Eva Hache gordita y resultona hasta que cumpla los 25, deslenguada y con un desparpajo para los hombres y la revista telecinquera para la que trabaja que produce los mejores dividendo en cuanto a risa se refiere.

Luego las citas deportivas al baloncesto y otros deportes innobles gringos, a Juego de Tronos, léase Juego de Truños, y a otros hitos de la cultura populista levantan bostezos hasta el insulto final en forma de declaración amorosa travestida de cheerleader

Hay que leerla en clave de lo que va a  convertirse la protagonista en unos años: una foca que le ha caído en desgracia a nuestro mejor amigo, y que ha cambiado el gracejo por la bata y las zapatillas de borla.
alfonso

lunes, 10 de agosto de 2015

Mi casa en París (The old lady)

Un judío, tres actores, y una historia inmortal
Dir. Israël Horovitz
Act. Kevin Kline, Kristin Scott Thomas, Maggie Smith, Dominique Pinon...



Reino Unido 2004, 107 minutos















Un judío, tres actores y una historia inmortal
Por si alguien no repara en los títulos de crédito iniciales o en el apellido del director, famoso dramaturgo estadounidense por cierto, aparece en la primera escena un rabino en bici, en la segunda se nombra a Sigmund Freud y luego se cita sin rubor aunque muy traído a colación a Phillip Roth y su escandaloso Lamento de Portnoy.

Un gringo acude a París, -qué obsesión la de los americanos por París-, a recibir un gran piso, única herencia que le ha dejado su acaudalado padre, y se encuentra una octogenaria viviendo con los derechos de usufructo y una especie de hipoteca inversa. A la postre resulta ser la amante secreta del padre, que tiene una hija viviendo con ella que no se sabe si es hija de su marido legal o de su amante.

Y así se va desvelando la historia de un hijo no querido, borracho, perdedor, con tendencias suicidas y poca autoestima, una madre suicidada, un padre odioso, una vieja dama casada y con amante extranjero y una hija a la deriva que también practica esa costumbre tan gabacha de ser amante de un casado. Y así los tres excelentes actores bailan de la comedia a la tragedia, del sutilísimo humor al drama, en un recital que antes fue obra de teatro, maravillosamente ensamblados.

Es el otro lado, el más semítico, de la eterna historia de los hijos no queridos, con mucho sexo, algo de incesto, drama y humor y un brillante colofón dicho al desgaire. "Ya que no tenemos hijos, extíngamosnos; que todo acabe con nosotros".
Así sea.
alfonso 

sábado, 8 de agosto de 2015

Al otro lado del muro

La cara oculta de la luna
 Dir. Christian Schowochow
Act. Jördis Triebel, Tristan Göbel, Alexander Scheer...


Alemania, 2013, 102 minutos
La cara oculta de la luna
Pasar al otro lado del muro en Alemania, desde la República Democrática a la Federal, no era Hollywood, nunca mejor dicho, pero nadie se atrevía ni a susurrarlo. Occidente te esperaba con una Coca Cola, unos rutilantes escaparates y una promesa de prosperidad. Y con el Centro de Refugiados de Emergencia, un lugar tan siniestro como su nombre.

Si además tu marido fue ruso, figura como muerto y probablemente haya sido espía, el futuro no es muy halagüeño y los sueños se funden a negro antes de zozobrar en la punzante realidad de los años 70.

Está hecha a la alemana, sin una concesión, sin música, sin planos fijos, con una cámara al hombro digital y bailona que consigue un grano duro que le sienta bien a la historia pero que acaba agobiando al espectador y hace que se mueva incómodo en la butaca por la aspereza del tono.

También el discurso es básico apoyado en buenas interpretaciones, sobre todo de ella, una rubia de ojos muy azules que deslumbran aun enfundada en esas ropas que parecen diseñadas por un sargento prusiano de artillería de montaña, pero se agradece el concepto, esa otra mirada que hurga en el paraíso capitalista que solo la gente de la Fracción del Ejército Rojo cruzaba en sentido inverso, dispuesta a que nunca jamás hubiera otro Hitler en su tierra.
alfonso