miércoles, 2 de febrero de 2022

Florence Foster Jenkins

 

Dir. Stephen Frears

Reparto: Meryl Streep, Hugh Grant, Simon Helberg...

UK, 2016, 110 Minutos

Prime Video







Una noche en la ópera
Hugh Grant es un actor que hace siempre de sí mismo, un gentleman inglés que defiende su sino con bastante retranca y no poco sentido del humor autoparódico. Me encanta. Meryl Streep es versátil, hace todo tipo de papeles y ha triunfado en las candilejas. No la soporto. Ni siquiera en Las horas, una de las grandes. No funcionan mal como pareja, aunque Hugh se lleva la función de calle.

Se trata de la historia verdadera de la peor cantante de ópera del mundo, una millonaria encantadora, valga el oxímoron, de mediados del siglo pasado que canta como los perros, pero todos los que la rodean, sobre todo su medio esposo,  le guardan el secreto y escenifican de todas las formas posibles el engaño de la diva.

La música, es un decir, es de Alexander Desplat, un grande de las bandas sonoras, y ha tenido que hacer un esfuerzo para que suene bien, mueva a risa y se escuche ejecutar, ese es el verbo, unos gorgoritos peor de lo habitual en esos templos del aire exhalado por pechos abrumados de plumas y perlas Majórica.

El tercero en discordia, el pianista, es un personaje sacado de alguna sala oscura del cine mudo donde acompañaría magníficamente al piano a Charlie Chaplin o Buster Keaton.

Es una de esas películas que se pueden tildar de deliciosas sin caer en la cursilería. Ilustra de paso la parábola de que el rey va desnudo pero nadie se atreve a decírselo. Aquí pasa con nuestro patético presidente del gobierno, los dioses confundan.

La verdad es que a mí me da lo mismo. Odio la ópera tanto si está bien interpretada como si Florence Foster Jenkins se encarga de perpetrarla. No entiendo que las gordas -y los gordos- se suban a un escenario para pegar gritos sobre sus sentimientos. Pretendidamente, porque no se entiende un carajo de los siniestros gorjeos en ¿italiano? Quién sabe...
alfonso