Dir. Carla Simón
Reparto: Jordi Pujol Dolcet, Anna Otín, Xenia Roset...
España, 2022, 120 minutazos
El cine español es tan malo que cuando alguien se sale de la norma se le aplaude hasta romperse las manos. Y decir que se sale de la norma es decir mucho, porque no hace más que estirar el chicle del casposo costumbrismo de este país, adobado, eso sí, con una cierta capa reaccionaria que entra en el capítulo de la arcadia rural; de esa maldición que llaman tradición, de personajes dicen que corales, pero que parecen más bien recién salidos de sus corrales, que quieren actuar como la vida misma y lo hacen con una vida vulgar donde no descollan del aburrimiento de una tarde de julepe.
Qué oportunidad ha perdido Carla Simón de profundizar en sus personajes, de fotografiar la campiña catalana, -vade retro-, con esmero, de contar una historia, más que de lamentarse de la irrupción de las diabólicas placas solares que parecen amenazar el horizonte bucólico campestre de una familia que huele a naftalina.
Al igual que en Estiu 1993, vuelve a la carga con un universo romo que encandila a esa crítica que babea con Almodóvar y los Hombres G, tanto montan. Solo cabe imaginarse lo que hubiera hecho Berlanga o Buñuel con un tema y unos personajes como estos para asomarse al erial del cine patrio.
No sé si Carla va a contribuir con su historieta a la tan cacareada España Vacía. Pero seguro que con el aburrimiento garantizado de esos cargantes 120 minutazos va a contribuir sin duda a los Cines Vaciados Del Todo. Por mucho Oso de Oro que los alemanes le hayan otorgado con generosidad digna de mejor causa. ¡Cómo deberían ser el resto de las películas del certamen!
alfonso