sábado, 20 de noviembre de 2010

Dejad de quererme


Dir. Jean Becker
Act. Albert Dupontel, Marie-Josee Croze, Pierre Vaneck...












No soy borde, es que tengo cáncer
Plagio estúpido de El compromiso -Elia Kazan, 1969, protagonizada por Kirk Douglas y el monumento nacional estadounidense Faye Dunaway a quien todos recordamos saliendo ligera de ropa en la primera escena de Bonny and Clyde-, a la película francesa no hay por donde cogerla.

La historia va de un publicista que de un día para otro y fruto de una enfermedad terminal decide decir la verdad o, más bien, lo que él cree que es la verdad, a todos los que le rodean. Empieza en su trabajo y afea sus productos a un fabricante de yogures; continúa con su mujer, epítome de burguesa francesa, perdón por la redundancia, y sigue con sus vástagos, enfrentando a sus hijos con la lamentable calidad de los dibujos que le entregan por su cumpleaños.

La fotografía no vale nada, desaprovechando los paisajes de Irlanda, tiene un sentido del humor algo cetrino, y en definitiva abunda en ese cine que tan bien cultivaba Claude Chabrol sobre la burguesía francesa de provincias, que incitaba al sueño, a la huida y a renegar del foie gras y los cruasanes para siempre.

Mejor el original con una Faye Dunaway en todo su esplendor y un Kirk Douglas inmenso, todavía sin sentir en su nuca el aliento básico del culibajo de su hijo que sí lucha ahora, en la vida real, contra el cáncer y al que todos deseamos con sinceridad lo mejor; es decir, su total recuperación y la mirada húmeda y dedicada de Catherine Zeta Jones.
alfonso